Una novela alocada y divertida sobre cómo la vida cotidiana puede conducir a absurdos locos.
Podría tratarse de una novela picaresca, aunque según los recepcionistas de la clínica de gastroenterología donde el protagonista se hace una colonoscopia, bien podría tratarse de una historia policiaca con secretos complejos, accidentes macabros, pruebas incriminatorias y dos sospechosos inverosímiles: un barbero bretón con una oscuro pasado y un dependiente de supermercado obsesionado con escribir los testimonios de sus experiencias de vida. Lo peor de todo es que el protagonista ni siquiera se da cuenta porque está tan preocupado por las consecuencias de la felicidad, este entumecimiento embriagador es tan placentero que teme haber caído en la trampa de la gentrificación.
Suele repetirse que no hay literatura después de un final feliz, que la «buena literatura» no es literatura feliz. La felicidad es banal, superficial, frívola, sin conflicto. Y sin conflicto, se dice, no hay literatura.
¿Es realmente imposible escribir una novela feliz sobre la felicidad? ¿Una novela profunda ya la vez frívola, trascendental y banal, una historia feliz que no sea sólo una huida del egoísmo? El protagonista de esta historia es inseguro y trata de averiguarlo con la ayuda de su familia; En cuanto al autor de estas páginas, se sospecha que tiene que creer.
Juan Pablo Villalobos muestra su característico humor inteligente, su percepción como observador, su capacidad para descubrir lo ajeno en la vida cotidiana. Y escribe una novela sobre la alegría, la ternura o el optimismo. Una novela sobre el amor, la vida familiar, el dinero, el éxito profesional, la rutina, el futuro, la salud, el sentido y uso de la literatura en tiempos de rencor y odio.